Si esto sale bien me compro un coche o casa. Charlas sobre Bitcoin y criptomonedas

"¿Cómo es Hacienda?", pregunta el argentino Jeremías Mora.

"Como un vampiro", responden desde el público.

"Como una sanguijuela", añade otra voz.

"En realidad, Hacienda sabe todo sobre nosotros, pero nosotros no sabemos nada sobre ellos. Con el bitcoin es al revés. Es totalmente transparente, no hay nada escondido", dice el ponente.

El ambiente es de euforia en la pequeña estancia, un aula en el laberíntico sótano de un centro de negocios que a su vez está en un hotel, que a su vez está dentro de la estación de Chamartín (Madrid). Apenas hay espacio para moverse, ni tampoco muchas sillas libres. Son las ocho de la tarde y una treintena de personas siguen con pasión una charla cuyo título no prometía emociones fuertes ("Bitcoin-Criptomonedas y Minería para Inversores y Emprendedores"). La convocatoria, ofertada a través de Meetup y gratuita, tenía decenas de personas apuntadas a las pocas horas de anunciarse.

Entre el público hay un trabajador de la construcción, oficinistas, pequeños empresarios, un señor jubilado y una pareja joven que hace las preguntas más críticas. Durante casi dos horas, Mora anima a invertir en criptomonedas, concretamente en la empresa que representa (BitClub), una granja de minado (pincha aquí si no sabes lo que es) situada en Islandia que ofrece entrar en la fabricación de bitcoin a partir de una inversión mínima de casi 600 dólares: 500 para pagar un espacio de minado y 99 por la cuota de socio.

Jeremías es categórico y toma cierta distancia ante las convenciones morales. Insiste en que no le importa para qué se utilizan las criptomonedas siempre que le ayuden a ganar dinero. El público parece entregado de antemano a la idea de ganar mucho dinero con pequeñas aportaciones. "Hay la misma posibilidad de que el bitcoin caiga (a largo plazo) como de que os caiga un rayo en un día sin lluvia", dice. E insiste: "La oferta es muy corta y la demanda muy grande. ¿Eso qué significa? Que va a subir de valor, obviamente".

El tono va subiendo a lo largo de la charla. "La verdad es que, estén ustedes o no invirtiendo, este es un negocio que siempre estará generando más dinero". Después deja caer con desgana algunos casos que ponen a todo el mundo a hacer cuentas, historias de clientes que han hecho pequeñas fortunas gracias a las criptomonedas. Empezando por él mismo. "Yo he llegado a ganar 40 bitcoins en cinco meses. Puedo demostrarlo. ¿Os sigue pareciendo un negociete o es un negocio brutal?". Y casi sin pagar impuestos: "Lo declaro como ampliación de patrimonio. A mí me va bien por mi situación fiscal. Si me saliese mejor no declararía nada". Un lugar para sentirse más listo que el resto. "¿Cuándo se ganó dinero en la Bolsa? ¿Antes o después de que la regulasen?".

Entre el público hay gente que ya ha invertido en criptomonedas y otros que se asoman por primera vez a este mundo. Antes de despedirse, Jeremías deja el broche: "Vivimos en un mundo que se resume en tres palabras: mucha gente que quiere ganar mucho sin hacer nada y sin ser nadie. Pero también hay un mundo de posibilidades ahí fuera para aquel que quiere construir lo que va a hacer con su vida".

Junto a su compañera, la peruana Ruth Villa, Jeremías ofrece cada semana varias charlas como esta por toda España. Participan de media unas 70 personas. "Más o menos la mitad de los que vienen acaban invirtiendo. La criptomoneda va a transformar la economía y la gente se va enterando poco a poco. Van comprando y cada vez serán más. Tener un bitcoin en el futuro estará muy, muy demandado. Es oferta y demanda. Por eso el interés crece muy rápido. Hace un año hacías una conferencia de esto y no venía casi nadie", dice Ruth.

Esto último es cierto. Según este estudio de la universidad de Cambridge, alrededor de tres millones de personas han invertido ya dinero en alguna criptomoneda. En España, en los últimos meses se han incorporado miles de nuevos inversores, muchos de ellos con escasos conocimientos financieros y atraídos por las historias de éxito de quienes se hicieron millonarios comprando hace años. Algunos analistas repiten estos días la famosa historia del limpiabotas de Rockefeller ("Cuando mi limpiabotas invierte en Bolsa yo lo vendo todo") para describir la fiebre que están viviendo las criptomonedas, su volatilidad y la entrada de pequeños inversores ilusionados y dispuestos a jugarse sus ahorros.


¿Burbuja? ¿Dónde?

Raúl López es cofundador de Icovend, una de las empresas que permite comprar criptomonedas a través de Internet. Mediante herramientas como la suya, y aunque el perfil es muy variado, miles de pequeños inversores meten una media de 500 euros por cabeza. Se tarda apenas unos minutos en hacerlo. "Que estemos o no ante una burbuja depende de cómo lo veas, pero es verdad que hay gente sin conocimiento que escucha la historia de otro que le cuenta que ha ganado mucho dinero. Gente que invierte algo y luego lo saca todo cuando sube o baja mucho. Luego también hay gente que le da 200 o 300 euros a un amigo para que se los mueva. Depende… Pero si lo sabes mover bien vas a multiplicar por dos y por tres tu dinero. Eso como mínimo, pero se puede mover mucho más dedicándole horas", dice.

Hace años metí 1.500 euros en Terra y lo perdí todo. 

Javi* tiene un bar y pertenece al primer grupo, al de quienes se han dejado seducir por las campanas sin pensarlo mucho. La semana pasada compró 500 euros de una criptomoneda minoritaria (Litecoin) y envió a la cuenta otros 3.000 euros unos días después. Su única experiencia inversora hasta la fecha tiene casi 20 años. "Metí 1.500 euros en Terra hace mucho tiempo y lo perdí todo. Espero tener más suerte ahora", dice.

Como tantos otros, llegó a través de la experiencia de un amigo. "Es un tío que yo creo que ha levantado un millón de euros con esto. Me va mandando capturas de pantalla y cuando veo como sube, flipo. Por ahora no voy a meter más, de hecho tendré que sacar porque esos 3.000 que metí voy a necesitarlos a principios del mes que viene para pagar unas cosas. Es tan volátil que acojona y me salen anuncios en Facebook todo el rato de empresas que no sabes ni dónde están. Es verdad que desde que metí pasta no ha parado de bajar. A lo mejor hemos sido los últimos tontos".
Ignasi Boltó tampoco tiene experiencia financiera. Es videorealizador y descubrió las criptomonedas editando en su ordenador una conferencia sobre el tema. "El chico que me lo encargó me pagó unos 200 euros en bitcoin y me pareció bien. Luego me empezaron a llegar pequeñas cantidades a través de un canal que tengo en Facebook y después con un amigo que me devolvió un favor pagándome en bitcoin. Las primeras monedas fueron así, gente que me lo iba ingresando. Pasado el tiempo pensé, ostia, esto es un filón bueno. Así que puse mil euros más. Y luego este verano, en julio, crucé los dedos y metí otros 700. En total fueron unos 2.000, que me han dado unos 13.000 euros de rentabilidad".

Si esto se dispara, si sale bien, me podré comprar una casa pronto o un buen coche

Ignasi sigue invirtiendo fiándose de los consejos de un asesor de quien no conoce ni el nombre. "Él monitorea el mercado y va mandándome señales. Dos terceras partes de lo que saco no las toco y las tengo divididas entre cuatro o cinco monedas distintas. Tengo todo en un USB especial con palabras de seguridad escritas en un papel. Es muy divertido, como si fuese espionaje, un hobby". Su idea es pagar el alquiler y los gastos diarios con el dinero que obtiene invirtiendo. "Gracias a esto, mi sueldo lo ahorro. En el peor de los casos voy tirando así. En el mejor de los casos, si esto sale bien, creo que me podré comprar una casa o un buen coche. Pero tampoco quiero volverme loco porque sé que, habiendo metido solo 2.000 euros, muy gordo tendría que ser el bombazo para poder retirarme con esto. Aunque sea una burbuja, que creo que la es, la rentabilidad está ahí y es un valor".


Imagen de la charla donde se muestra una máquina de minado.

La primera vez que escuchó hablar de criptomonedas, Chema Larrea, ingeniero informático, estaba en una cena de Navidad. "Un compañero de la carrera nos contó que estaba invirtiendo en bitcoins y le tomamos el pelo. Era 2013, diciembre, y yo le dije que lo veía una tontería sin futuro". Meses después, otro amigo emigrado a Alemania, ingeniero aeronáutico, volvió a sacar el tema. "Empecé a ver que había un montón de páginas y sitios donde se podía comprar y te cobraban. Pensé que, como en la fiebre del oro, los que hacen dinero son los que venden picos y palas. Sin embargo, empecé a comprar e invertir, siendo consciente de que tiene su peligro, que no está regulado y que no se sustenta en nada". Desde entonces ha metido unos 5.000 euros y calcula que ha ganado más del doble, lo que sigue siendo "una parte pequeña" de sus ahorros. En su entorno, asegura, las criptomonedas se han convertido en algo frecuente, como inversión y como tema de conversación.
Manos blandas

Para Pedro*, casi todos los inversores de última hora son "manos blandas". Él lleva metido en el mundo del bitcoin desde el principio y cree que en España "la ignorancia con este asunto es abismal". Los manos blandas, dice "generalmente se dejan arrastrar por el miedo a perderse algo y apenas saben diferenciar unas criptomonedas de otras. Es el mismo público que juega en las casas de apuestas, son dados al pánico y son carne de cañón de timadores", dice.

Frente a este tipo de inversores coloca a quienes, como él, están apostando a largo plazo, los llamados 'hodlers' (se escribe así, no es una errata). "Llevan años con la táctica 'buy and hold' (compra y mantén) con independencia del precio actual, guardan sus bitcoins como reserva de valor y no se deshacen nunca de ellos, creen en un proceso llamado 'hyperbitcoinización'". Ellos, asegura Pedro, se lo plantean como una apuesta política "completamente en contra del consumismo de la satisfacción inmediata". Son, concluye, gente que "lleva años ahorrando como nadie porque ven que sus bitcoins valen cada vez más, y seguirán valiendo más conforme sean más escasos".

* (Tanto Javi como Pedro son nombres ficticios. Ambos contaron su experiencia sin ser identificados)

Origen aquí.
Fuente de noticias: www.elconfidencial.com

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